Política de uso de cookies

jueves, 18 de diciembre de 2014

La Sanidad en guerras, catástrofes y epidemias

La Sanidad en guerras, catástrofes y epidemias

El Cuerpo de Sanidad Militar de Saladino
El sultán Saladino, vencedor de los cruzados, y después de su entrada triunfal en Jerusalén, nos va a mostrar la cara más humana, si así cabe, de aquellas trágicas guerras, con multitud de muertos y mutilados. Y es que el célebre sultán y guerrero; ha organizado un autentico servicio de sanidad militar, compuesto por médicos, cirujanos y soldados camilleros. Su misión primaria sería; recorrer los campos de batalla, con el objeto de atender al personal herido y sobre todo a aquel que precisara una cura de urgencia. El sultán, tiene ordenado: no solo curar al guerrero propio, sino también al enemigo. Fuera del combate, el servicio de sanidad, se ocupará, entre otras misiones, de atención a sus pacientes, de vigilar y atender a los prisioneros, a los que se les permitirá la práctica de su religión. También distribuirán víveres, protegerán las peregrinaciones de los cristianos a los lugares sagrados, atendiendo a enfermos y heridos. En caso de guerra; atenderá a la evacuación de ancianos, mujeres y niños, hacía los puertos mediterráneos. Se dio el caso de que los médicos del ejército enemigo, de Ricardo Corazón de León, pudieron visitar a sus guerreros enfermos y heridos, hechos prisioneros. Es la primera señal de la neutralidad de la medicina en las contiendas. Va a nacer con este caballero del Islam, la media luna roja que unida a la cruz de Malta, de la Orden de San Juan de Jerusalén, tanto alivio proporcionaron en el  marco horrendo de los ensangrentados combates.

BIBLIOGRAFÍA

MASOLIVER, J.R. GARCÍA, M. El diario de la Medicina. Luis de Caralt, 1963. Impreso en España


sábado, 13 de diciembre de 2014

Capellanes de la Armada española en Trafalgar


Capellanes de la Armada española en Trafalgar

La presencia de sacerdotes en los buques de guerra de nuestra armada viene desde muy antiguo. Así conocemos a los franciscanos: Juan Pérez y Antonio Marchena, quienes acompañaron a Cristóbal Colón en su viaje a las Indias. El benedictino Bernardo Boíl, ex capitán de galeras, llegó a ser Vicario Apostólico de América. No nos olvidemos del insigne defensor de los indios: Fray Bartolomé de las Casas. En tiempos de Felipe II, se lleva a cabo la organización de la asistencia religiosa en las galeras. Aunque no se va a celebrar Misa a bordo de los buques hasta mediados del siglo XVII, el capellán de la Armada se va a encargar de la asistencia religiosa, y se preocupará de inculcar en las dotaciones de los buques una serie de ideales, como: defender la fe católica, arrancando de raíz cualquier pensamiento hereje. Además, será mediador y apaciguador, convirtiéndose en un auténtico líder, inculcando a los marineros y soldados; valor, coraje y heroicidad en el combate justo, en defensa de Dios y España. En el año 1571, se crea la Liga Santa, y con este motivo el Papa Pio V; dará una serie de normas a las dotaciones de los buques aliados: No se jurará, se limitará el juego, y se rezará, alternando todo ello con las prácticas navales y militares. Establecerá un programa de actividades,  el cual incluirá las oraciones a determinadas horas de la mañana. En cada galera habrá un capellán sacerdote, confesor y predicador, mientras que en la galera del capitán general de la flota; habrá un capellán superior que tendrá funciones de superintendente y visitará a los demás capellanes. Además; los capellanes se harán cargo del Hospital Real. En vista que los enfermos y heridos, de los buques, estaban en muy malas condiciones, y no precisamente por falta de medios, sino por mala organización sanitaria, el Papa entrega una galera desarmada para que se instalen en ella camas para unos 400 enfermos, los cuales han de permanecer en cubierta y no en bodegas, con el fin de evitar el contagio. Se proveerá de medicinas y víveres. Van a formar parte de la dotación ocho o diez religiosos capuchinos, más algunos laicos voluntarios. Habrá un médico y un cirujano, diez marineros y diez remeros voluntarios. Pronto va a aparecer un juez especial con la categoría de vicario. Jerónimo Manrique, será juez ordinario eclesiástico, inquisidor de la Armada, y administrador del Hospital Real. Se nombraran capellanes militares a expensas de capuchinos, franciscanos y jesuitas. Participará también la Orden Hospitalaria. El servicio eclesiástico de la Armada, no se va a organizar formalmente hasta finales del siglo XVIII. Durante mucho tiempo, las instrucciones de este servicio dependían de los capitanes generales de los departamentos. En 1762 se crea la figura del Vicario castrense de los Ejércitos de mar y tierra, cuyo cargo va a recaer en el Patriarca de las Indias. Más tarde, en las Ordenanzas de la Armada de 1793, se dictaminarán las funciones y obligaciones de los capellanes. 
En tiempos de Trafalgar; en la preparación para el combate, si el comandante del buque o general embarcado, consideraba adecuado, reunía a la dotación en el alcázar y en las proximidades de este, con el fin de hacerles una exhortación militar. Después de que el personal se retirara a sus puestos, estos eran recorridos por el capellán, acompañado por el oficial ayudante del comandante. El personal, recogido en el mayor silencio y respeto, recibía del capellán la Absolución. El oficial jefe del puesto recordaba la pena de muerte a todo aquel que lo abandonara, se portase con cobardía o no obedeciera una orden superior. Después, el capellán se retiraba a la enfermería de combate, manteniéndose todo el tiempo con los Sagrados Oleos.
Gracias a la  documentación conservada en el Archivo General de Marina, recogida por González-Aller, podemos conocer quiénes fueron los capellanes de la Armada que participaron en el combate del 21 de octubre de 1805, frente al cabo Trafalgar. Dicha documentación está basada en los informes reservados que dirigen cada uno de los comandantes de los navíos al Mayor General de la escuadra: Antonio Escaño. En dichos informes apreciaremos que se indica la clase de capellán; si es de número o provisional. Junto a ello; el departamento a que pertenece, navío donde estaba embarcado, antigüedad en el servicio, conducta en la acción y conducta anterior. Habrá un matiz, reflejado por los informantes: la graduación de la conducta ha sido sacada de los informes reservados de los tenientes vicarios del Departamento a que pertenece cada uno. De esta forma, tenemos:
Fray José Cumbo. Del número de Cádiz. Navío Santísima Trinidad. 6 años de antigüedad en el servicio. Conducta en la acción con esmero. Conducta anterior: Sospechosa y amonestado.
Francisco Durán. Provisional. Navío Santísima Trinidad.3 años de antigüedad. Conducta con mayor esmero y anterior sin nota.
José Fernández de la Cal. Del número de Cádiz. Navío Santa Ana. 13 años de antigüedad. Conducta regular y anterior buena.
Vicente Agüero. Provisional de Cádiz. Navío Santa Ana. Moderno en su antigüedad. La conducta fue con esmero y exactitud, y la anterior sin nota.
Pablo Gomila. Del número de Cartagena. Navío Príncipe de Asturias. 12 años de antigüedad. Conducta con el mayor celo y la anterior mediana.
Francisco Díaz. Provisional de Ferrol. Navío Príncipe de Asturias. Moderno en su antigüedad. Conducta con el mayor celo. La anterior sin nota.
José Antonio López. Del número de Cartagena. Navío Rayo. 13 años de antigüedad. Conducta con especial celo. La conducta anterior fue muy buena.
Bartolomé Cerdá. Del número de Cádiz. Navío Rayo. 13 años de antigüedad. Conducta con especial celo y la anterior muy buena.
Francisco Fernández Durán. Provisional de Ferrol. Navío Neptuno. 3 años de antigüedad. Conducta con particular celo y la anterior muy buena.
Jacinto Roel. Provisional de Ferrol. Navío Neptuno. 3 años de antigüedad. Conducta con particular celo y la anterior muy buena.
José de Cao y Núñez. Del número de Ferrol. Navío Argonauta. Antigüedad: Considerando los servicios prestados por mar y tierra; es de 12 años. La conducta fue muy a satisfacción de sus jefes. La conducta anterior fue de sobresaliente.
Manuel de la Puerta. Del número de Cartagena. Navío Argonauta. Antigüedad de 4 años. La conducta fue muy a satisfacción de sus jefes, y la anterior calificada de sobresaliente.
José María Rubio. Del número de Ferrol. Navío Monarca. Antigüedad de 16 años. La conducta en la acción fue exacta. La anterior fue buena.
José Gabín. Provisional de Ferrol. Navío Monarca. Antigüedad de 3 años. Conducta exacta y la anterior buena.
Alonso Infante. Del número de Cádiz. Navío San Agustín. 20 años de antigüedad. Conducta bastante celosa y la anterior arreglada.
Bartolomé Seoane. Provisional de Ferrol. Navío San Agustín. 3 años de antigüedad. Conducta bastante celosa y la anterior arreglada.
Antonio Alabedra. Provisional. Navío Montañés. Moderno en su antigüedad. Conducta muy exacta y la anterior arreglada.
Lorenzo Salas. Del número de Cartagena. Navío Montañés. 13 años de antigüedad. Conducta muy exacta y la anterior arreglada.
Ramón Rodríguez de Lema. Del número de Cádiz. Navío San Justo. 13 años en su antigüedad. Conducta con mucha puntualidad y celo. La anterior buena.
Jacobo Maggi. Provisional de Cádiz. Navío San Justo. Moderno en su antigüedad. Conducta con mucha puntualidad y celo. La anterior sin nota.
Ángel Toca. Provisional de Ferrol. Navío Bahama. 8 años de antigüedad. Conducta con singular caridad y celo. Conducta anterior buena.
Tomás Flaquer. Provisional de Cartagena. Navío Bahama. Moderno en su antigüedad. Conducta con singular caridad y celo. Conducta anterior sin nota.
Alfonso Víbigo. Provisional de Ferrol. Navío San Ildefonso. 5 años de antigüedad. Conducta con mucho celo. Conducta anterior muy  buena.
Manuel Fernández Blanco. Provisional de Ferrol. Navío San Ildefonso. 3 años de antigüedad. Conducta con mucho celo. Conducta anterior muy buena.
Miguel Febrer. Del número de Cádiz. Navío San Francisco de Asís. 7 años de antigüedad. Conducta fervorosa. Conducta anterior buena.
Rodrigo Fernández. Provisional de Ferrol. Navío San Francisco de Asís. 3 años de antigüedad. Conducta fervorosa. Conducta anterior sin nota.
José Raíces. Del número de Ferrol. Navío San Leandro. 14 años de antigüedad. Conducta con singular celo. Conducta anterior buena.
Fray Juan de la Rosa. De San Francisco. Provisional de Cádiz. Navío San Leandro. Moderno en su antigüedad. Conducta con singular celo.  Conducta anterior si nota.
Fray Salvador Daroca. De San Francisco. Provisional de Cádiz. Navío San Juan Nepomuceno. Único en el buque. Moderno en su antigüedad. Conducta con mucha puntualidad y caridad. Conducta anterior sin nota.
El Teniente Vicario de Cádiz: advierte que solo los capellanes de los navíos Santa Ana, el Príncipe, San Justo y San Leandro; han salvado sus equipajes. Se otorgará una serie de beneficios a los capellanes de la Escuadra de Federico Gravina que estuvieron en el combate de Trafalgar. Los capellanes del número y provisionales con 12 años de servicio: Serán destinados en canonjías de iglesias catedrales. Los capellanes del número con cinco años de servicio continuaran en este. El capellán José Cao Núñez, por haber sido lesionado, se le concederá la canonjía de Charcas o Buenos Aires. Francisco Fernández Durán, capellán provisional, por inutilidad para el servicio pasa a un destino de descanso. Algunos otros beneficios más, con préstamos de ducados para la continuidad en el servicio.
Los capellanes embarcados en la Escuadra de Gravina, ejercieron su ministerio; antes, durante y después del combate naval del 21 de octubre. Atendieron a heridos, moribundos y náufragos, tanto en el navío propio como en el enemigo cuando se vieron obligados a trasbordar. Otros muchos sacerdotes de la Armada y diocesanos, junto a frailes de las distintas ordenes religiosas de Cádiz; participarán activamente en el auxilio de las víctimas, tanto españolas como francesas.

Combate de Trafalgar. Rafael Monleón. Museo Naval de Madrid



BIBLIOGRAFÍA

GARCÍA HERNÁN, E. “Capellanes Militares en el Mediterráneo del siglo XVI”. Historia. Año XXV. Nº 132, pp. 3-21.
GONZÁLEZ-ALLER HIERRO, J. I. La campaña de Trafalgar (1804-1805). Corpus Documental. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004. Biblioteca Naval de San Fernando (Cádiz)
ROCA NÚÑEZ, J.B. Los otros de Trafalgar. Médicos y cirujanos, Boticarios, Sangradores, Enfermeros, Socorristas, Victimas y Hospitales. Publicaciones del Sur Editores. Sevilla, 2011
VIGÓN SÁNCHEZ, A.M. Guía del Archivo Museo D. Álvaro de Bazán. Viso del Marques, 1985. Instituto de Historia y Cultura Naval







jueves, 4 de diciembre de 2014

La Sanidad Naval en los naufragios

Naufragio de la fragata Magdalena y del bergantín Palomo. Ría de Viveiro. 2 de noviembre de 1810
En la madrugada del día 2 de noviembre del año 1810, la fragata Santa María Magdalena y el bergantín Palomo, junto a varias unidades de la Armada española y de la Royal Navy, se encontraban fondeados en la ría de Vivero, en plena Guerra de la Independencia. Sorprendidos por un fuerte temporal, se produce el trágico naufragio de nuestra fragata y nuestro bergantín, dejando un elevado número de víctimas y constituyendo una de las mayores tragedias de nuestra Armada, que aún en nuestros días es recordada.
La fragata Santa María Magdalena había sido construida en los Reales Astilleros del Esteiro, en Ferrol, según el sistema francés Gautier. Botada el 7 de julio de 1773, portaba 34 cañones y su dotación era de 480 hombres. Es probable que el nombre fuera debido al barrio de la Magdalena, próximo a los astilleros. El bergantín Palomo había sido construido también en el Esteiro, botado en 1793, con 18 cañones.
Vivero, desde 1982 Viveiro, pertenece a la provincia de Lugo y hoy es capital de la comarca de La Mariña. Una de sus playas es la de Covas, en cuya parte occidental se encuentra unas rocas salientes llamadas Os Castelos. En este extremo occidental, aparece el acantilado de Sacido que deja una playa de unos 282 m. de longitud.
Es el año 1810 y el mando conjunto, hispano-inglés, decide llevar a cabo una expedición militar conjunta con el objeto de operar en Cantabria, fuertemente ocupada por el ejército napoleónico. La expedición estará al mando del mariscal de campo Mariano Renovales Rebollar, natural de Las Encartaciones, en Vizcaya. Había tenido un comportamiento heroico en el sitio de Zaragoza y había dirigido guerrillas en el valle navarro del Roncal. La expedición tenía tres objetivos:
Ocupar y fortificar Santoña.
Destruir las fábricas de armas de Orbaizeta y Eiqui, para dar un duro golpe a la logística francesa.
Bloquear el Camino Real de Irún, cortando las comunicaciones e impidiendo la llegada de refuerzos al enemigo.
Las fuerzas de desembarco disponen de 2000 hombres del ejército, reforzados por tres batallones de infantería de marina y una brigada de artillería de marina. Pudieron ser un total de 3000 hombres. A estos se le unirán 800 hombres británicos de una compañía de desembarco de la Royal Marines, al mando del capitán de este cuerpo, Walker.
La flotilla estará compuesta por las siguientes unidades:
Por parte de España.
Fragata Magdalena. Buque insignia del Jefe de la Escuadra: Capitán de Navío Joaquín Zaráuz Di,  y cuyo comandante es el de su mismo empleo: Blas de Salcedo y Salcedo, natural Fuentenovilla, en Guadalajara.
Bergantín Palomo. Goleta con patente de corzo, Insurgente Roncalesca. Goleta Liniers. Los cañoneros: Corzo, Estrago, Gorrión y Sorpresa. 15 buques de transporte, entre los que podrían estar, según algunas fuentes; el Buen Amigo y el San Juan Bautista
Por parte de Gran Bretaña.
Fragata Arethusa. Buque insignia del comodoro Robert Meds. Las fragatas: Narcissus, Amazone y Medusa. Bergantín Ciudad de Mahón.
El día 14 de octubre parte del puerto de La Coruña el grueso de la expedición, con el objeto de operar en el golfo de Vizcaya. El día 16, en Rivadeo, se incorporan la goleta Liniers, junto a los cañoneros y quince transportes. Según algunas fuentes, habrían salido del puerto coruñés, 20 transportes, por lo que el número de estas embarcaciones ascenderían a 35, aunque es dudoso. El día 18 fondean en la concha de Gijón y al día siguiente desembarca toda la tropa destinada a esta operación, la cual ayudada por las divisiones del cuerpo franco asturiano de Juan Díaz Porlier y del 6º ejército de Federico Castañón, que operan en la zona; atacan la plaza y los franceses se ven obligados a retirarse a Oviedo. Al haber noticias de que se ha puesto en marcha un potente ejército francés, las tropas reembarcan y la expedición se dirige a Santoña, en cuya concha fondea el día 23. El día 26 aparece un fuerte viento del NO que provoca el naufragio de los cañoneros; Corzo, Gorrión y Sorpresa, cuyas tripulaciones son puestas a salvo y recogidas por el resto de los buques. El cañonero Estrago tiene una vía de agua y se acerca a la costa de vascongadas, pero es destrozado y sus hombres, una vez en tierra firme, consiguen burlar la vigilancia del enemigo y toman el camino de las montañas. A través de Santander, León y Burgos, consiguen llegar a Ferrol, un mes más tarde. El día 29, parte de la flota combinada, con viento del N E, llega a Vivero. La fragata Magdalena y el bergantín Palomo, habían perdido dos de sus anclas mayores. Ahora están fondeados en la ría, junto a los buques británicos. Después se unirán los transportes. El día 2 de noviembre aparece un Norte fresco. La mar está rizada y pronto arbolada, hasta desencadenarse, en poco tiempo, un fuerte temporal que pone en peligro la seguridad de las embarcaciones. A las 2 de la madrugada, a la Magdalena le fallan los cables, lo que lleva a abordar a la fragata inglesa Narcissus. Los ingleses picando los palos y jarcias, consiguiendo zafarse, mientras que la Magdalena es arrastrada a la playa de Covas, donde quedará encallada. Solo 8 tripulantes pudieron ser rescatados con vida, de los que fallecieron posteriormente 5. El Palomo consigue picar los palos pero es arrastrado hacia la playa de Sacido. En graves momentos de desesperación se intenta construir jangadas pero estas se deshacen por la acción de las poderosas olas. Llega el momento de que comienza a entrar agua por el costado de babor y la tripulación se ve obligada a desplazarse a estribor. Dos marineros intentan llegar a tierra con un andarivel, con el que después evacuarían al resto, pero perecen en este heroico intento. El buque, unas horas más tarde, termina destrozado, desapareciendo con él, gran parte de los tripulantes. No obstante, se salvaron 25 hombres, entre ellos su comandante; Teniente de fragata Diego Quevedo. Las playas de Covas y Sacido, empiezan a recibir cadáveres, devueltos por la mar, y hay que darles cristiana sepultura. El cementerio de la localidad es pequeño y es necesario cavar fosas al borde de la playa. Intervienen en todas las operaciones: personal de la comandancia de marina de Vivero, pescadores locales y soldados del ejército expedicionario del general Renovales. A ellos se les unirán particulares de la villa. Se organiza una junta de sacerdotes, probablemente a expensas del clero local y de las parroquias vecinas, y con el fin de llevar la asistencia espiritual a los náufragos y dar sepultura a los muertos. Se hace llegar: víveres, medicinas, camas y mantas. Así como se va a improvisar un hospital de campaña.
Se calcula que en la fragata Magdalena de 508 tripulantes; fallecieron 500 y se salvaron 8. Después fallecieron 5 y solo 3 sobrevivieron. En el bergantín Palomo; de 75 tripulantes, fallecieron 50 y sobrevivieron 25. En la fragata, perdieron la vida:
Jefe de la escuadra: Capitán de Navío Joaquín Zaráuz
Comandante del barco: Capitán de Navío Blas de Salcedo
3 tenientes de navío
1 teniente de fragata, comandante del cañonero Corzo
4 alféreces de navío
1 guardiamarina
1 capitán de bombarda, comandante de la brigada de artillería
1 teniente de brulote, comandante del cañonero Sorpresa
2 tenientes de brulote
2 pilotos
Contador (oficial de intendencia)
Médico-Cirujano
Capellán
Se da el caso de que el guardiamarina, es el segundo hijo del Capitán de Navío Salcedo, llamado: Blas de Salcedo Reguera, nacido en 1796.
Por parte del bergantín, perecieron:
1 teniente de fragata
1 alférez de navío
1 primer piloto
2 terceros pilotos
Médico-Cirujano
El resto de los fallecidos, tanto de la fragata como del bergantín, estaría formado por: contramaestres, condestables, puede que fuera embarcado algún sangrador, carpinteros, calafates, artilleros, marineros y soldados de batallones de marina.
El médico-cirujano de la fragata Magdalena, es: Manuel Giménez, y el del bergantín Palomo: Juan Romero. No sabemos el empleo de dichos médicos ni tenemos por el momento alguna referencia en cuanto a su historial militar y profesional. No obstante, sabemos que en dicha fragata, el día 12 de agosto de 1805, fondeada frente a Santander, su segundo médico-cirujano es Pablo Barredo, el cual procedía del Departamento Marítimo de Cádiz. Lo cual nos hace pensar que ambos buques deberían llevar un segundo médico, bien provisional o de número. Aunque dada la circunstancia de la guerra, podría ser un segundo médico-cirujano particular. Durante el zafarrancho de combate, el facultativo permanecía en la enfermería de combate, situada en un sollado, bajo la cubierta de artillería. En esta debieron permanecer, nuestros médicos, acompañados por sus ayudantes, durante el episodio del temporal y probablemente abandonarían el puesto cuando se dio la orden de abandono de buque.
Ni que decir tiene que la tragedia de aquellos días de principios del mes de noviembre, produjo un gran impacto en la villa marinera de Vivero, acostumbrada a los envites de la mar. Se cuenta que el cadáver del comandante de la Magdalena; Blas de Salcedo, junto al de su hijo Blas, aparecieron ambos abrazados en las arenas de la playa de Covas. Este impactante hecho, aunque lleno de humanidad, parece poner un acento discordante en lo que es la vida a bordo de un buque de guerra, donde la disciplina es argumento fundamental, sin distinción alguna. Más; teniendo en cuenta, la época y la situación de guerra. Seguramente este fue el motivo de que la Armada prohibiera embarcar personas con familiaridad directa, en la misma unidad. Si en Vivero y en sus alrededores se vivió con amargura aquel episodio, no digamos lo que sucedió en Ferrol, donde se habían armado ambos barcos. Probablemente recordara aquel Cádiz de finales de 1805, cuando tras el desastre de Trafalgar, no había un solo hogar donde no se llorara la pérdida de un ser querido. En Ferrol, con toda seguridad, se recordaría aquellas postrimerías del combate naval del 21 de octubre de 1805, cuando en la Iglesia Mayor del Departamento se organizó un solemne funeral, con cenotafio de tres cuerpos y la asistencia de todo el clero castrense departamental, junto a los franciscanos locales y los de la Orden Tercera de Montefaro. Aunque por el momento no tenemos datos de ello, seguramente se organizó otro solemne funeral, y no solo en la parroquia castrense sino en otras muchas, tanto de la localidad como de lugares vecinos, donde pertenecerían las víctimas, sin olvidarnos de los monasterios cercanos.
Parece ser que a finales del siglo XIX, se extrajeron monedas de plata del bergantín Palomo que este llevaba para pagar a la dotación. A mediados de los años 70 se encuentran restos de la fragata Magdalena. Muchos de estos restos van a ser trasladados al nuevo Museo Naval de Ferrol y algunas piezas de artillería quedan repartidas por diversos lugares. Se habla de que desgraciadamente ha habido saqueos. El pecio de la fragata Magdalena se encuentra solo a 7 metros de profundidad, en una zona resguardada. Llama la atención que la madera se conserva muy bien, es todo maciza y en algunas zonas del costado llega a tener un metro de grosor. En cuanto al bergantín Palomo, parece ser que está también en buen estado.
En las inmediaciones de la playa de Covas quedaron enterradas un gran número de víctimas. En 1934 se erigió un monumento en el primer Castelo de la parte occidental de la playa. En él hay un cañón y un ancla, pertenecientes a uno de los buques de la escuadra. Una placa conmemorativa, dice:
A los 550 náufragos del bergantín “Palomo” y de la fragata “Magdalena”, sucumbidos en esta playa el 2 de Noviembre de 1810
Pronto había comenzado a circular romances en recuerdo de estos dos buques de la Armada española y de sus tripulantes, como aquellos que dicen:
Di, fragata Magdalena.
¿Qué mal viento te dio el mar?
Todos los vientos son buenos.
Si Dios no da tempestad.
Dime, bergantín Palomo.
¿Dónde fue tu perdición?
En la ría de Vivero.
Al toque de oración.
Yo me atrevo, humildemente, añadir el mío propio.
En la ría de Vivero.
La fragata Magdalena y el bergantín Palomo.
Una noche se perdieron.
Multitud de marinos, perecieron.
A Dios; sus almas encomendemos.
Por su valor, entrega y sacrificio, lo merecieron.


 Monumento en la playa de Covas a los náufragos de la fragata Magdalena y del bergantín Palomo. Autor

 Depuradoras para obtener agua potable. La más pequeña, en muy mal estado, pertenece a la fragata Magdalena. Museo Naval de Ferrol

Ancla perteneciente a la fragata Magdalena. Museo Naval de Ferrol








BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ DURO, C. Naufragios de la Armada española. Establecimiento topográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867. Google Books
ROCA NÚÑEZ, J.B. Los otros de Trafalgar. Médicos y cirujanos, Boticarios, Sangradores, Enfermeros, Socorristas, Victimas y Hospitales. Publicaciones del Sur Editores. Sevilla, 2011
“Blas de Salcedo”. Ayuntamiento de Fuente Novilla, fuentenovilla.es
“El naufragio de la fragata Magdalena y el bergantín Palomo”, www.1808-1814 org/artículos
“Fragata Magdalena. La peor tragedia de Galicia”, adarqua. blogspot.com/ 2014
“Fragata Magdalena, Santa María 1773”. Historia Naval de España y Países de habla española. Blog todoavante.es, 10 de marzo de 2012
“La fragata Magdalena”, vivenciadeunmarinero.blogspot.com
“Santa María Magdalena (1773)”.  Wikipedia. org/wiki/Santa María Magdalena
“Vivero”. Wikipedia.org/wiki/vivero